Generalmente, no me gusta hablar de mí o, más bien, no me gusta usar mi experiencia personal como neurodivergente para hacer generalidades sobre caracterología de las neurodivergencias o dudar de identificaciones ajenas, porque no se parecen o actúan como yo. “No me gusta lavarme el pelo los domingos, #soyneurodivergente”, “¿será realmente autista o solo será una persona muy tímida?”, entre otras frases que me ha tocado escuchar y leer.